viernes, 3 de abril de 2015

Mi historia con Ana.


Mi historia con Ana:

Como muchas, yo también sufrí de bullying de pequeña por tener sobre peso. No, de hecho no siempre fui una gorda horrible y siempre se burlaban y me humillaban de todas formas. Aproximadamente a los siete años, tuve una faringitis aguda que casi llevo a que me internen… luego de curarme, extrañamente comencé a comer y comer sin control a cualquier hora, cualquier cosa grasosa, cantidades impresionantes de pan, mayonesa, carnes, embutidos, etc. Nadie en mi familia me puso un límite y pienso que fue porque “Pobrecita, antes era tan delgada… mejor que coma”. 


A los ocho años y midiendo 1.40 llegue a pesar más de 65 kilos… en mi familia, niegan que yo haya llegado a pesar eso, pero ¡Les juro que nunca voy a olvidar ese día!, él día en que mi pediatra me reviso, me midió y me pesó. Nunca olvidaré su rostro cuando me dijo que pesaba tal número, fue horrible. Mis hermanos y hermanas, primos y primas… todos eran tan delgados y hermosos… y yo, una asquerosa gorda. Me engañaban diciéndome que era linda, cuando siempre me vi horrible. En el colegio, rompían, pisaban y escondían mis cuadernos, lápices y cosas personales, me estiraban del cabello, me pegaban chicle en el cabello, me tiraban insectos extraños, me empujaban, me humillaban, me alejaban y me miraban con asco. Si, por suerte no llegaron a golpearme.


En vez de dejar de comer, comía y comía más por la tristeza y ansiedad. Mi único mundo eran los libros, los animes, los mangas, el dibujo y la música. Llegue a los 12 años y comencé a autolesionarme… ¿Podrían creer que de una manera tan inocente pude conocer ese dolor tan precioso?, junto con mis primas jugábamos a las cocineras si no mal recuerdo y en una de esas yo cogí un cuchillo maestro y mi prima por capricho también lo quería, empezamos a forcejear y termine cortándome en la zona de mi muñeca derecha. Claro, yo de eso me di cuenta cuando entre a bañarme, contemple fijamente las cortadas y comencé a raspar la piel coagulada recientemente, el ardor... era como el cielo, me sentía viva.

Desde ahí las cuchillas de mis sacapuntas desaparecían extrañamente, claro, ya saben para que las usaba ¿No? Me cortaba sin vacilar en mis muñecas y con mucha fuerza y rabia, sangraba bastante. A veces quemaba las cuchillas con encendedores y luego así mismo me cortaba, también me cocía con hilo, y me quemaba en las piernas con la plancha de cabello. Nadie sabía de nada porque estaban bien escondidas debajo de muñequeras.


Cuando llegue al último año de secundaria (es decir, a un paso de ingresar al bachillerato.), hmm… vamos a llamarle “B”, bueno, ese tal B ingreso a mi vida de una manera tan inusual. Fuimos compañeros desde los 10 años y fue el único que no me humillo. Comenzamos a hablar, al parecer teníamos los mismos gustos (con respecto a los animes y la música.), él se había pegado bastante a mí y cinco meses más tarde me enteré por mi amiga de la infancia que él se gustaba de mí. Obviamente yo no le creía y no me interesaba, pero sentía una curiosidad tremenda saber que le gustaba de una chica tan horrible como yo (Créanme, hasta ahora pienso que el solo estaba conmigo por interés o por algún tipo de apuesta.)


Un día el descubrió accidentalmente mis preciosas cortadas y ahí comenzó a pegarse más y más a mí, me confiscaba mis cuchillas y mis sacapuntas (risas), a dos meses de terminar el tercero de secundaria, comenzamos a salir. Él me decía que me veía hermosa, me tomaba de la mano tan amablemente… pero en el fondo solo yo quería desilusionarlo y destruirlo. Porque el odio ya me había consumido.

Me miraba en el espejo y veía una monstruosidad, y comenzaba a lastimarme, me cortaba, raspaba las heridas, mordía mis propios labios. Y según lo que todos me decían, de golpe empecé a comer menos o más bien comencé a racionar adecuadamente mi comida, por supuesto, yo no me daba cuenta, era inconscientemente. Termine el tercero de secundaria y termine con B e inusualmente sentí como una parte mía se iba.

Me mude a un colegio diferente y las puertas del infierno se abrieron para mí, ahí todos me trataban como una perra, como una zorra, como una puta. Mis familiares descubrieron mis cortadas y me llevaron junto a una psiquiatra pensando que el cambio de colegio fue la causa, que ignorantes… desde hace mucho que ya caí en un abismo infinito.


Me hicieron un test de personalidad y en este salieron muchas cosas que no quiero mencionar, pero una de ellas era depresión, apatía y trastorno bipolar (Oh, y olvide de mencionar ese pequeño detalle, que tonta soy. Bien, desde los 5 años aproximadamente que escucho voces extrañas, en mi cabeza obviamente que todos tomaron que eran amigos imaginarios, si claro, ¿Si lo son, porque no se van aun?), en fin, mi familia tomo como que era una loca esquizofrénica para simplificar la cosa, tomaba como cinco pastillas, antidepresivos y antipsicóticos para poder controlar lo agresiva que era y mis cambios de humores radicales. A mediados de primer año de bachillerato, conocí a Ana, escuche su áspera voz, y mi yo de 65 kilos quedo atrapado en mi vista. Suspendí toda comida elaborada, dulces, azucares, panes, bebidas con gas, etc. Contaba minuciosamente las calorías de todos los alimentos y me mataba haciendo ejercicio, de golpe, baje a 47 kilos, y yo soñaba con pesar 45 kilos. Mi locura siguió y ya todos sospechaban que yo tenía algo extraño y esto lo confirmo mi psiquiatra a mediados del segundo año de bachillerato. Tenía anorexia nerviosa.

Para mí no fue nada, pero para los demás fue un golpe tremendo. Me trataron de una caprichosa, malcriada, me gritaban, etc. Pero yo seguía igual, me seguía o más bien, sigo viendo a una asquerosa gorda en el espejo. Mi familia aun no comprende de todo esta enfermedad, pero ya tengo el control de mi propia dieta.

Actualmente curso el tercer año de bachillerato, luego de varios tropiezos (atracones), visitas al médico, varias intravenosas, etc. Llegue a los 40 kilogramos, mido 1.55, mi IMC es de 17,2. Mi dieta es de 100 calorías, hago dos horas de ejercicios. Me estoy matando, pero no me importa, no hago el esfuerzo de curarme porque no quiero… ¡Quiero ser delgada! ¡Y no voy a parar!

¡Hasta los huesos!

Me gustaría saber vuestras historias también, sé que la mía no es tan trágica como las demás. Sin embargo, cada ser humano interpreta de manera diferente su dolor.

Hydrangea.

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